El error de ignorar al yo del futuro
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Muchas veces no entendemos por qué nos ocurren ciertas cosas. Buscamos excusas o culpables para justificar nuestra situación actual, sin detenernos a pensar que muchas veces somos nosotros mismos quienes hemos trazado el camino hacia donde estamos.
Escuchamos frases como “el pasado no existe” o “el futuro tampoco, solo vive el presente”. Aunque suenan inspiradoras, pueden ser muy dañinas para nuestras finanzas y para nuestra vida personal. Vivir únicamente en el presente, sin pensar en las consecuencias futuras, puede llevarnos a cometer errores costosos que solo se hacen evidentes con el tiempo.
Quiero contar una historia real que viví hace muchos años, cuando estaba en la universidad estudiando mi primera carrera. En ese entonces, tenía un buen amigo que, a diferencia de mí, trabajaba mientras estudiaba. Yo no lo hacía porque contaba con un préstamo estudiantil que me permitía dedicarme de lleno a mis estudios.
Mi amigo pasaba por una situación económica complicada: la universidad era una carga pesada y, además, tenía obligaciones familiares. Le insistí muchas veces en que solicitara un préstamo estudiantil. En mi país, estos préstamos son los de menor interés y ofrecen un tiempo de gracia para buscar trabajo antes de empezar a pagar.
Sin embargo, él no quiso hacerlo. En ese momento, su padre aún le brindaba apoyo económico, y mi amigo confiaba en que eso sería suficiente. Yo le advertí que, si su padre no podía seguir ayudándolo por alguna razón, enfrentaría serios problemas, y que el préstamo podría ser una forma inteligente de aliviar esa presión.
Con el tiempo, el apoyo de su padre se redujo, y mi amigo siguió trabajando. Logró ahorrar algo de dinero, pero decidió usarlo para comprar un carro, argumentando que necesitaba uno para llegar a la universidad. Es cierto que el transporte público en nuestro país no es el mejor, pero cumple su función. Yo mismo terminé la universidad sin carro, y le aconsejé que usara ese dinero para pagar sus estudios.
Aun así, no quiso escuchar. Compró el carro, y hoy —más de veinte años después— su situación financiera sigue siendo difícil. Mientras tanto, yo pude mejorar mi calidad de vida significativamente, no por suerte, sino por decisiones diferentes.
El problema de muchas personas es que viven pensando solo en el presente, sin considerar cómo sus decisiones afectarán el futuro. No se trata de no disfrutar la vida, sino de cuidar al “yo del futuro”. Cada elección financiera que hacemos hoy tiene un impacto directo en la vida que tendremos mañana.
Mi amigo nunca pensó en eso, y ahora enfrenta las consecuencias. Si hubiera tomado decisiones más prudentes cuando tenía menos responsabilidades y más oportunidades, hoy su realidad sería muy distinta.
El pasado sí existe, y sirve para aprender. El futuro también existe, y depende de lo que hagamos hoy. El presente no es un lugar para quedarnos, sino un puente que conecta los errores del pasado con las oportunidades del futuro.
No podemos vivir únicamente buscando el placer inmediato. La paciencia, la visión y la capacidad de tomar buenas decisiones son virtudes que debemos cultivar. Cuanto mejor cuidemos nuestras finanzas hoy, mejor será la vida no solo para nosotros, sino también para nuestras familias.