¿Estamos realmente preparados para la inteligencia artificial?
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Estamos atravesando una revolución sin precedentes con la inteligencia artificial. Mucha gente está emocionada con este tema y cómo la IA está transformando sus vidas. Hoy en día, esta tecnología se ha convertido en una herramienta útil que nos permite hacer las cosas más rápido y con menos esfuerzo.
Cada vez más tareas son automatizadas gracias a la IA, lo cual nos ayuda a ser más productivos, tanto en el trabajo como en nuestra vida personal. Pero la gran pregunta es: ¿estamos realmente preparados para este cambio?
Aunque muchos creen que la IA viene a mejorar nuestras vidas, yo tengo mis reservas. Piensen por un momento en lo que está pasando en países como China, donde están construyendo infraestructura pública sin intervención humana. ¿Nos damos cuenta de la cantidad de empleos que eso elimina? Lo mismo sucede con los taxis y camiones autónomos.
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La inteligencia artificial está transformando todos los aspectos de nuestra sociedad a una velocidad increíble. Pero el problema más preocupante no es solo que afecte a quienes trabajan, sino también a quienes producen. ¿A quién le van a vender si no hay personas con ingresos suficientes para consumir?
Imaginemos un escenario donde todos invertimos en empresas de IA y nos volvemos accionistas, generando ingresos pasivos. Pero si la mayoría de la gente está desempleada, ¿quién va a comprar productos o servicios en una economía sin liquidez?
¿Estamos pensando bien en lo que estamos haciendo con la IA? ¿Será que esto nos traerá beneficios o puede convertirse en un desastre para la humanidad?
Me preocupa también que las nuevas generaciones no estén listas para lo que se viene. La educación en muchas partes del mundo sigue igual que hace décadas. Y además, ¿cómo podría una escuela enseñar habilidades que aún no existen?
Recuerdo que, hace años, un profesor de economía nos planteó una pregunta parecida: “¿Qué pasaría si la economía colapsara por algo así?”. Muchos respondimos: “¡Hay que comprar oro, es un refugio!”. Y él, con una sonrisa, nos dijo: “¿Y quién de ustedes puede comerse el oro?”.
En una economía que se dirige hacia el desempleo masivo, creo que lo mejor es tener tierra. Eso podría darnos autonomía y nos permitiría cultivar nuestros propios alimentos, al menos para sobrevivir.
No tengo una respuesta clara, pero me encantaría saber: ¿ustedes qué opinan?